
Nos envuelve continuamente y es nuestra fuente para respirar.
Sólo parecemos darnos cuenta de su presencia cuando se agita y se vuelve viento, cuando llama nuestra atención pasando de esa callada compañía, de esa caricia silenciosa… al gemido intenso, al azote que erosiona y desgasta y entonces…le cambiamos el nombre, le llamamos vendaval, ciclón… según su intensidad y las condiciones que lo acompañan.
El aire nos es necesario, es como un abrazo continuo, como una presencia eterna.
Compositivamente, en fotografía, decimos que una imagen tiene aire, cuando dejamos espacio alrededor del motivo principal, cuando lo equilibramos dejando que respire, sin sobrecargar la escena llenándola de elementos.
Es tremenda, la importancia que puede tener un espacio vacío, haciéndose sentir tan “lleno”.
Da más protagonismo al sujeto de nuestra imagen, su presencia callada tiene gran relevancia.
En nuestro caminar diario...¡¡¡ aprendamos a sentir el aire!!!! Aunque sea un leve suspiro a nuestro lado, un susurro… pongámosle cara
Aunque a veces uno sienta que se ahoga, tenemos “aire” , si no lo sientes como brisa, siéntelo como una melodía, como un eco que te avisa…